El viento, por ejemplo, dibuja diferentes paisajes, jugando con los médanos y las plantas. El mar en ocasiones parece querer llegar a Avenida Costanera, y otras veces se retira dejando metros y metros de arena. Al mirar al horizonte podemos notar la fuerza de las olas o la calma del agua, encontrar gaviotas revoloteando o incluso, cada tanto, a algún lobo marino nadando.
La gente, por supuesto, también adopta diferentes conductas de acuerdo a las condiciones meteorológicas y a sus intereses. En la tarde de este martes 12 de abril se podía ver a hombres y mujeres bicicleteando por la orilla, caminando o admirando el entorno costero. Cada instante en San Bernardo puede ser un momento mágico: solo hay que saber buscarlo y disfrutarlo.
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