
Hoy,
18 de septiembre, es el
Día Mundial de las Playas. Es una buena ocasión, por lo tanto, para recordar la importancia de cuidar estos espacios naturales cercanos al mar donde, ya sea en
San Bernardo o en otras ciudades costeras, nos sentamos a desayunar o a merendar, caminamos con la mirada perdida entre las olas y pasamos momentos increíbles durante todo el año.
La
playa es linda por naturaleza: es el ser humano quien, al contaminarla, la opaca y la
destruye. Un
envase, una
bolsa, las
colillas de cigarrillo o cualquier
envoltorio dejado sobre la arena no es simplemente una basura que ensucia: es un peligro potencial para las especies que habitan en el
océano y, por acción del viento, puede terminar en cualquier lugar ocasionando problemas hasta llegar a degradarse (un proceso que se prolonga por muchos años).
Si solemos asociar la playa a un paisaje romántico y la elegimos para pasar momentos de relax y diversión, ¿qué nos cuesta poner
“nuestro granito de arena” promoviendo el amor por la playa para que todo el mundo la cuide, la valore y la respete? Hoy, en el
Día Mundial de las Playas, cada uno de nosotros puede empezar a sembrar conciencia. ¿De qué modo? Con todas las
acciones positivas que uno desee: mostrando imágenes que reflejen la belleza de las playas (como la que acompaña a esta nota, tomada este viernes por la tarde en
San Bernardo), predicando con el ejemplo al participar en una
limpieza… Todo es útil cuando la intención es buena y busca multiplicar el amor por la naturaleza.