Irse o quedarse: ésa es la cuestión

Sábado cerca del mar

Este sábado 8 de noviembre transcurre con condiciones meteorológicas algo extrañas en San Bernardo. Por la mañana, el sol entusiasmó a turistas y vecinos para pasar el día en la playa. De a poco fueron llegando grupos de amigos, parejas y familias a buscar un rinconcito sobre la arena para desayunar, extender una lona, jugar a la pelota o instalar una carpa.

Al mediodía, la concurrencia se incrementó porque, pese a la presencia de algunas nubes que de ratos generaban sombra, la jornada estaba ideal, la temperatura era óptima y las olas eran una tentación para los apasionados del mar.

Pasado el almuerzo, mientras algunos estaban en el agua, otros hacían pozos o castillos junto a sus hijos y el resto se relajaba aprovechando el bello entorno costero (infaltables las siestas con el sonido marino de fondo), un fuerte y repentino viento frío sorprendió a todos. Nadie imaginaba ese “capricho” del tiempo y así fue que baldecitos, pelotas, ojotas y hasta toallas, entre otros objetos, empezaron a ser impulsados por las ráfagas.

Muchos eligieron refugiarse en el Parador La Costa a la espera del cese de ese “fenómeno”, pero otros optaron por “levantar campamento” con la idea de, tal vez, ir a recorrer Chiozza o pasear por otros puntos de la ciudad. Curiosamente, mientras cerca del mar volaba arena y la marca térmica parecía haber descendido de forma abrupta obligando a la gente a abrigarse, sobre Costanera (es decir, a escasos metros de la orilla)  el panorama era más apacible y cálido…

Por supuesto, ni este detalle ni las nubes que, por estas horas, cubren el cielo sanbernardino son suficientes para arruinar los planes de los vecinos y visitantes que se encuentran en la ciudad aprovechando el fin de semana para distraerse, descansar y entretenerse.

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