Hazaña mundialista: El día después

Ayer en Argentina comenzamos el feriado con muchas expectativas. Más allá de los actos que se hicieron por el 9 de julio, toda la atención (y la tensión) estuvo puesta en el partido de la selección.

Con calma, pensando en el domingo

A medida que se acercaba el momento de que los equipos salieran a la cancha, en San Bernardo (y, suponemos que en el resto del país también) las calles comenzaban a quedar desiertas. En casa propia o en un bar con amigos, nadie quería perderse ni un segundo de este encuentro que debíamos ganar si pretendíamos llegar a la final.

Poco a poco, la ciudad fue quedando en silencio: los nervios colectivos crecían a medida que el reloj avanzaba y la pelota no lograba entrar en el arco rival. Ayer durante la tarde/noche no era momento de contemplar el mar, caminar por la playa ni de recorrer los negocios de Chiozza: era el momento de alentar a la distancia a once jugadores que tenían la misión de dejar fuera de competencia a Holanda para quedar en la historia deportiva nacional. Y ellos lo lograron: con la garra del “capitán Mascherano”, los penales bien pateados de Messi, Garay, Agüero y Rodríguez, y las manos mágicas del enorme “Chiquito” Romero.

Se sufrió. Se tuvo miedo. Se conservó la ilusión hasta el minuto final. Y entonces, con el resultado a favor de la albiceleste, las calles de San Bernardo (y de otros lugares del mundo donde había más de dos argentinos reunidos) volvieron a poblarse, a llenarse de color y a mostrar una dinámica que, lamentablemente, no es cotidiana: gente de todas las edades con gestos de felicidad en sus rostros, con emoción, con un sentimiento a flor de piel que no se puede explicar, avanzando en bicicleta, en moto, caminando o en auto por las calles. ¿Salir de casa en pleno invierno, de noche, simplemente para juntarse con desconocidos y saltar, reir, gritar y cantar? Sí, señoras y señores: ¡debemos sentirnos privilegiados por sentirnos felices y no ocultarlo!

Hoy, a un día de esta hazaña mundialista que nos depositó en la final de la Copa Mundial de Fútbol 2014 (sí, a leerlo una y otra vez porque es verdad: ¡Argentina es finalista!), todavía se conserva la alegría en las calles. Nadie lo oculta ni lo disimula pero hay que controlar la ansiedad hasta el domingo.

Este jueves 10 de julio de 2014 no tuvo la euforia de ayer pero sí un brillo especial y no precisamente producto del sol que brilló durante todo el día sino porque, como nación, estamos viviendo un presente brillante en materia futbolística. La imagen tomada hoy al mediodía es una típica postal de invierno en San Bernardo, pero ustedes y nosotros sabemos que, después del logro de ayer, no fue un día más…

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